La ansiedad es una respuesta natural ante un peligro inminente que tiene por objeto mantenernos en alerta para poder evitarlo. Pero en nuestra sociedad la ansiedad está asociada a uno de los trastornos psíquicos más frecuentes y está relacionada, la mayor parte de las veces, con el sistema de vida. Una reacción que debiera ser espontánea en los seres humanos, en la actualidad llega cargada de fobias y miedos que persisten en el tiempo y nos impiden llevar una vida con normalidad.

Las condiciones de vida de la sociedad moderna y occidental se caracterizan por alentar a los seres humanos a competir constantemente y a rendir al máximo no sólo en el trabajo sino en todos los aspectos de la vida. También, inmersos en una sociedad de consumo donde los medios de comunicación inducen al individuo a adquirir constantemente cosas, implica una necesidad que únicamente es aliviada en el momento del reconocimiento breve de nuestra acción o en el acto de consumir, porque al poco tiempo la marea de la seducción constante de tener más o ser mejor capta el espíritu del individuo, que se verá impelido a continuar esforzándose para persistir en esa espiral ascendente que no tiene fin.

Esta situación, además, requiere que el individuo permanezca alerta ante las nuevas situaciones que surjan a su alrededor para poderlas superar, y a medida que se introduce en más amplios sectores o adquiere mayores compromisos, las situaciones percibidas como amenazas son mayores.

El estado anímico general de los individuos que viven en esta sociedad se ve afectado por lo general por sensaciones de vacío, soledad y falta de incentivos y las grandes ciudades absorben la personalidad e individualidad de las personas. Esta situación genera una sensación de insatisfacción que tiene sus propias consecuencias psicológicas, cuya patología más común es la ansiedad.

Los síntomas más comunes a la ansiedad son taquicardias, sensación de ahogo, sensación de pérdida del conocimiento, transpiración, rigidez muscular, debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la comunicación, pensamientos negativos y obsesivos, etc. Aunque en estos casos también se recomienda a los pacientes someterse a un examen médico completo para descartar algunas insuficiencias coronarias que pueden presentar estos síntomas.

GRADOS DE ANSIEDAD


Existen diversos grados de ansiedad. Un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones especialmente peligrosas. Una ansiedad moderada ayuda a mantener la concentración y afrontar los retos que tenemos por delante.

Pero cuando esta ansiedad es incontrolable y no podemos ponerle freno ante situaciones de peligro o, incluso, aun cuando no existan esas situaciones las creamos nosotros mismos, entonces el sujeto se siente indefenso y paralizado y, como consecuencia, se produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Se considera que cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, es un trastorno.

La ansiedad patológica se percibe como una sensación difusa de angustia o miedo, y deseo de huir, aunque quien lo sufre no logra identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Como consecuencia hay un malestar significativo o deterioro en las relaciones familiares, sociales, laborales o de otras áreas importantes de la actividad de la persona.

CARACTERÍSTICAS DE LA ANSIEDAD

Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, cada uno con sus propias características.

  • Trastorno de ansiedad generalizada: se trata de una tensión crónica aun cuando aparentemente nada parece provocarla. Esta preocupación o nerviosismo excesivo es casi diario y se diagnostica como tal cuando tiene una duración mínima de seis meses.
  • Trastorno de pánico (o ataque de angustia): el paciente experimenta crisis recurrentes de angustia que surgen espontáneamente. Se trata de una ansiedad aguda y extrema en la que es frecuente que la persona que la padece crea que va a morir. Estos ataques repentinos de miedo intenso no tienen una causa directa. En ocasiones, los pacientes que sufren este trastorno desarrollan angustia a experimentar el próximo ataque, cuya ocurrencia no pueden prever, es la llamada ansiedad ‘anticipatoria’.
  • Trastorno fóbico: trastorno que tiene como rasgo esencial la presencia de un temor irracional y persistente ante un objeto específico, actividad o situación con la consecuente evitación del objeto temido. Por ejemplo, el miedo a volar, a los pájaros o a los espacios abiertos.
  • Trastorno obsesivo-compulsivo: se trata de pensamientos o acciones no voluntarios que el paciente no puede dejar de pensar o hacer para no generar ansiedad. En todo caso, el sujeto reconoce el carácter absurdo de sus pensamientos o acciones. Por ejemplo: lavarse las manos cada poco rato.
  • Trastorno por estrés post-traumático: se da en aquellos casos en los que se presentan secuelas psicológicas desagradables tras el impacto de un trauma emocional. Se caracteriza por los recuerdos persistentes del suceso traumático, un estado emocional con exaltada vigilancia y la reducción general de interés por los sucesos cotidianos.

En general, en las mujeres se da más frecuencia este trastorno y en los estudios epidemiológicos de población general la relación de sexos es de dos tercios a favor de las mujeres. En muestras de población general la prevalencia anual del trastorno de ansiedad generalizada se sitúa en el 3 por ciento aproximadamente, mientras que la prevalencia global llega al 5 por ciento. En los centros médicos para trastornos de ansiedad aproximadamente el 12 por ciento de los individuos presenta un trastorno de ansiedad generalizada.