• Mito: La obesidad es causada de manera exclusiva porque los pacientes comen demasiado.
  • Realidad: La obesidad tiene causas genéticas y ambientales. De hecho, la tercera parte del riesgo está determinada genéticamente.
  • Mito: La obesidad es curable.
  • Realidad: Se trata de una condición crónica, que constituye una tendencia del individuo. Es manejable, pero las medidas instauradas deben ser mantenidas a muy largo plazo.
  • Mito: La obesidad es una enfermedad de la glándula tiroides.
  • Realidad: solamente una minoría de personas obesas tienen algún trastorno de la tiroides. Sin embargo, la deficiencia tiroidea, cuando existe, es un factor contribuyente, más que la causa, de la obesidad.
  • Mito: Los nuevos fármacos para obesidad pueden ser adquiridos libremente y no conllevan ningún riesgo.
  • Realidad: Todos los fármacos para reducir peso deben ser formulados por un médico experto, o de lo contrario podrían ocasionar consecuencias inadvertidas para la salud.
  • Mito: Niño obeso = niño sano.
  • Realidad: Muchos de los problemas generados por la obesidad comienzan en la niñez y es por ello que es necesario prevenirla, o bien tratarla de forma adecuada, desde la niñez.
  • Mito: Si una persona obesa no consume azúcar, jamás desarrolla diabetes.
  • Realidad: Mientras haya sobrepeso, el riesgo de diabetes tipo 2 existe. Además, no sólo lo que es dulce contiene azúcar.
  • Mito: El ejercicio es, por sí solo, suficiente para reducir peso.
  • Realidad: Es necesario combinarlo con dieta y cambios de conducta. Su principal efecto es ayudar a mantener el peso, y reducir el riesgo de diabetes.
  • Mito: Todas las personas con deficiencia tiroidea son obesas.
  • Realidad: Son obesas sólo en algunos casos, en los que, además, hay predisposición al sobrepeso.
  • Mito: Es imposible cambiar la conducta alimentaria de una persona adulta.
  • Realidad: Con el adecuado apoyo profesional, ese objetivo se puede conseguir, para mejorar los resultados a largo plazo.
  • Mito: Las mejores dietas son las que se basan en un sólo tipo de alimento, por ejemplo proteína, o grasa, o verdura o fruta.
  • Realidad: Lo mejor es adaptar el régimen de alimentación a las condiciones de vida de la persona, de modo que pueda ser mantenido en el futuro.