A partir de los 40 el semen no es el mismo.

Igual que los óvulos de las mujeres, los espermatozoides también envejecen y se deterioran con el paso del tiempo. Al empeorar la calidad del esperma, las opciones de concebir disminuyen. Así que, no sólo ellas son responsables de la infertilidad de la pareja, según un trabajo presentado en el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología que se celebra estos días en Barcelona.

Entre enero de 2002 y diciembre de 2006 se realizaron en el Centro Eylau de Reproducción Asistida (París, Francia), de donde proceden los autores del estudio, 21.239 inseminaciones intrauterinas a 12.236 parejas con dificultades para lograr un embarazo. En ningún caso se usó semen de donante y la causa del tratamiento solía ser la infertilidad del varón.

La tasa de embarazo alcanzada fue del 13,7% por ciclo de inseminación y 29,9% por pareja. El análisis de los datos recogidos mostró, como era de esperar, que las opciones de alcanzar una gestación estaban íntimamente relacionadas con la edad materna, al pasar de 14,5% si la mujer tenía menos de 35 años a 8,9% superados los 42.

El trabajo también detectó, en congruencia con estudios anteriores, que cuanto mayor era el padre, la gestación era más difícil. El envejecimiento del hombre también influía en el riesgo de aborto espontáneo, sobre todo a partir de los 40 años.

Daños en el ADN

La teoría que más aceptación tiene de momento para explicar estos hallazgos es que con la edad el ADN que contienen los espermatozoides sufre daños. Este ‘reloj biológico’ masculino se ha demostrado en varios trabajos y puede explicar la disminución de la fertilidad que acompaña al envejecimiento.

«Cómo los daños en el ADN se traducen a la clínica todavía está por demostrar», ha declarado Stéphanie Belloc, ponente y autora del estudio. «Esta investigación prueba la existencia de un fuerte efecto paterno relacionado con la edad sobre la inseminación intrauterina. Médicos y pacientes deberán tener en cuenta esta información».

La solución, para Belloc y su equipo, sería utilizar otras técnicas de reproducción en aquellas parejas en las que el hombre tenga más de 40 años. Emplear la fecundación ‘in vitro’ o la inyección intracitoplasmática podría ser útil aunque «no una garantía de éxito», añaden.