La vasectomía es un método de esterilización que consiste en seccionar y sellar los conductos deferentes, que son por los que pasan los espermatozoides desde los testículos a la uretra masculina. A pesar de la creencia popular es definitiva y muy pocas veces es reversible, por lo tanto, no es un método anticonceptivo, sino de esterilización. Si bien el hombre puede ser fértil de manera artificial pues sigue generando espermatozoides, de naturaleza se queda estéril.

La intervención se realiza bajo anestesia local y dura 15 ó 20 minutos. Después de ella siguen produciéndose espermatozoides en los testículos, pero como no sobrepasan el conducto deferente, en parte son absorbidos y destruidos por los fagocitos y en parte se filtran al interior del escroto (piel que rodea el testículo), donde se desintegran.

Después de la intervención hay espermatozoides en los conductos espermáticos, por encima del punto de corte, por lo que han de transcurrir entre siete y ocho semanas, en las que se debe producir una docena de eyaculaciones para que el semen no los contenga, lo que se comprueba realizando un espermiograma. Durante este tiempo se ha de utilizar algún método anticonceptivo para evitar el embarazo.

Diversos estudios han venido a demostrar que la vasectomía no provoca trastornos en la erección ni en la producción de hormonas y numerosas parejas refieren que la relación sexual es más agradable por no existir preocupación por un posible embarazo o por tener que usar algún método anticonceptivo.

A pesar de la creencia popular, la vasectomía es definitiva, se trata de un método de esterilización que pocas veces es reversible.

El índice de fracasos de la vasectomía es muy bajo (menor a un embarazo por cada mil intervenciones realizadas) y suele deberse a que se realiza el coito, sin utilizar otro método anticonceptivo, en las semanas posteriores a la intervención, durante las que el semen aún contiene espermatozoides; o también porque, de forma excepcional, los conductos seccionados vuelven a unirse.

No se recomienda para hombres muy jóvenes: su situación personal puede cambiar y si desean tener hijos les resultaría muy difícil lograrlo. Como ya adelantamos arriba, pese a lo que la gente cree, es muy difícilmente reversible. Empalmar el conducto seminal seccionado requiere microcirugía y mucha capacidad y experiencia por parte del cirujano. Y muchísima suerte. De manera que obtener garantías de que la microcirugía sea un éxito es muy remoto.