El sabor dulce es el predilecto de muchas personas, en particular de los niños. Pero el exceso del consumo de dulces y otros productos azucarados es un mal hábito. Supone el aporte de calorías extra a la dieta que, a lo largo de los años, puede derivar en problemas de salud crónicos.

Las necesidades energéticas en los niños pequeños, de entre 5 y 10 años, rondan las 1.800 calorías. Respecto al valor energético total de la dieta, las Ingestas Diarias Recomendadas (IDR) para el azúcar se sitúan entre el 10-18%. Las cifras se traducen en un consumo máximo diario de 340 cal. en alimentos azucarados o dulces por naturaleza como las frutas, los zumos y la miel, es decir, unos 85 gramos de azúcares (1 gramo de azúcar aporta 4 cal.). Un puñado de 50 gramos de golosinas, que cualquier niño de esta edad come con gusto, aporta la mitad del azúcar que necesitaría para todo el día. A esto habría que sumarle el azúcar que añade a alimentos como leche y yogures, así como el que contienen otros alimentos como frutas, zumos, miel, mermelada, galletas, cereales, magdalenas y chocolate.

Tras la revisión de estudios sobre hábitos de alimentación infantil, los expertos aseguran que el consumo de alimentos azucarados manufacturados -cereales, bollería, golosinas- entre los niños ha pasado de ser excepcional a convertirse en un hábito cotidiano, por lo que no es difícil que muchos superen la dosis recomendada de azúcares, con gran repercusión en su patrón nutricional y consecuencias negativas para la salud.