La siesta es necesaria y muy beneficiosa en los niños. Incluso los adultos agradecen echar una cabezadita después de comer. Pero llega un momento en que, muy a pesar de los padres, los ‘peques’ se rebelan ante la idea de irse a dormir. «¿Qué hay que perder el tiempo durmiendo? ¡Nada de eso! Yo quiero jugar.»

¿Qué podemos hacer si no quiere dormir la siesta? En primer lugar, lo que no hay que hacer es convertir la hora de la siesta en una batalla. Tanto el pequeño como vosotros esperaréis ese momento con mucha ansiedad y eso es contraproducente. Si el niño no quiere dormir, con estas peleas todavía aborrecerá más ese momento.

Hacia los dos o tres años algunos niños dejan de dormir la siesta. Esto no debe ser un drama. Si descansa lo suficiente por la noche, y por el día no manifiesta signos evidentes de cansancio, es que no la necesita. Si por el contrario durante el día se muestra irritable y llorón sin causa aparente, tiene ojeras, come menos, se queda dormido al final de la tarde, etc. probablemente se encuentre cansado. En ese caso sí es recomendable la siesta. Por tanto, hay que distinguir si en realidad el niño la necesita o no.

Consejos para el descanso del niño

Para aquellos que necesitan dormir durante el día y no quieren, os proponemos:

  • No convertir la siesta en una pelea.
  • Organizar las actividades en torno a la siesta del niño. Se hacen antes o después, no durante.
  • Mantener unos horarios de comida más o menos regulares para que así su hora de descanso sea regular.
  • Recordad que los niños necesitan rutinas, por tanto, hay que establecer un ritual del sueño. No hace falta poner el pijama. Se coge su muñeco o se lee un cuento. Da igual la pauta que escojáis, pero que siempre sea la misma. Es mejor evitar que se duerma en brazos o con uno de los papás. El objetivo es que se duerma él solo en su habitación.
  • Prohibido lo de ¡vamos a dormir! Normalmente, hacia estas edades cuando oyen la palabra dormir tienen un resorte en su cabeza que dice ‘no quiero’. Se dice ‘vamos a descansar un poquito’. Aunque parezca una tontería la cosa cambia. Tenemos que inculcarle que lo importante es un ratito de descanso en su habitación después de comer. Normalmente, al estar tranquilo se queda dormido. Es decir, no le vamos a obligar a dormir. Si él no quiere, no podemos obligarlo, pero sí le podemos exigir un ratito de descanso y tranquilidad en su habitación. Poco a poco vuelve a entrar en la rutina de descanso y suele venir la siesta.
  • Hay niños que una vez en su habitación se entretienen jugando con una cosa u otra y finalmente no duermen. Si han descansado y no han molestado a los demás se da por bueno.
  • No amenacéis ni digáis cosas que no se pueden cumplir. Al final el niño no os creerá. Si al niño le gusta mucho la tele, podéis ponerle como norma: ‘los niños de dos/tres años que echan la siesta ven un poco de tele’. Se le recuerda antes de ir a la siesta, y si finalmente no duerme no pasa nada, se le levanta y todos tan contentos, pero cuando pida la tele le recordáis la norma, y no se pone la tele en el resto de día. Al día siguiente lo mismo. No se regaña, se establece la consecuencia. Y, ésta tiene que ser algo que guste mucho al niño, algo que le motive y que se pueda cumplir.

¿Y si no lo necesitan?

En estos casos no es necesario forzarles, pero sí se puede establecer una rutina o actividades tranquilas justo después de comer. De este modo ellos están en reposo y normalmente sus padres también. Es importante inculcar la idea de respetar el descanso de los demás, sobre todo si tienen hermanos que necesiten dormir.