Las aulas infantiles se convierten en un mar de lágrimas cada inicio de curso. Tanto los niños que empiezan a ir a la escuela infantil como los que van al colegio ven su vida alterada al pasar del entorno familiar al escolar. No podemos evitar el conflicto que supone, pero sí está en nuestras manos ayudarles a afrontarlo.

  • Las vivencias de esta etapa van a ser procesadas durante mucho tiempo en la memoria afectiva del niño, por lo que hay que cuidarlas.
  • Siempre que se pueda compatibilizar con las obligaciones laborales de los padres, es preferible que la incorporación sea progresiva. Así el choque no es tan brusco y asimilan mejor la nueva situación.
  • En el caso de los más pequeños conviene que, durante los primeros días, los padres les acompañen en el aula un ratito. Las presentaciones de personas y entorno siempre serán más gratas en compañía de papá o mamá.
  • Hay que intentar transmitir seguridad y confianza. Si ven que los padres dudan o sienten miedo de la separación, lo pasarán peor.
  • Todos los principios de curso, las aulas están preparadas para hacer este período más fácil a los niños. El ambiente de la clase es acogedor y se programan actividades en las que se cuida el aspecto afectivo. El educador siempre debe estar accesible.
  • Es normal que los primeros días quieran llevarse un objeto de casa, para que les dé seguridad. No conviene impedírselo.
  • En poco tiempo veremos lo bien que se adapta. Notaremos que está adaptado cuando se sienta lo bastante seguro como para mostrar su mundo emocional, para dar y aceptar afecto y para intercambiar experiencias. Algunos niños presentan problemas asociados a esta etapa como alteración del sueño o falta de apetito. Suele ser algo pasajero y se soluciona con cariño y comprensión.