• El origen de estos defectos podrían ser los propios padres y no la técnica empleada.
  • Hasta ahora no se ha establecido una relación causa-efecto entre ambos fenómenos.

Ciertos defectos congénitos parecen ser más frecuentes en los niños concebidos debido a las técnicas de reproducción asistida, según un informe elaborado por los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. En algunos casos, como en la aparición de atresia esofágica, el riesgo multiplica por cuatro el de los bebés concebidos de forma natural.

Algunas técnicas de reproducción asistida (TRA), como la fecundación ‘in vitro’ o la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI), implican la manipulación del ovocito y del embrión durante su desarrollo temprano, hasta que se implante en el útero de la madre. Esos primeros momentos se consideran especialmente sensibles y se especula con la posibilidad –comprobada en ensayos con animales- de que los procedimientos que se siguen en ese periodo (fecundación, cultivo) produzcan alteraciones en el embrión.

El estudio ‘Tecnología de reproducción asistida y defectos congénitos estructurales de consideración en EEUU’ perseguía hallar cualquier relación entre estas técnicas reproductivas y la aparición de malformaciones congénitas. En él se utilizaron los datos de 9.584 niños nacidos con algún defecto de este tipo y 4.792 sanos. De ellos, 230 y 51, respectivamente, fueron concebidos mediante TRA.

Entre los embarazos únicos –los múltiples se analizaron por separado-, las técnicas de reproducción se asociaron con el doble de riesgo de aparición de defectos del septo cardiaco, con una probabilidad 2,4 veces mayor de que el niño naciera con labio leporino (con o sin paladar hendido) y con un riesgo más de cuatro veces superior de ciertos tipos de defectos gastrointestinales (atresia esofágica o anorrectal).

No obstante, a pesar de esa tendencia detectada, los investigadores han insistido en que el riesgo absoluto de un defecto congénito sigue siendo bajo. Por ejemplo, la frecuencia de aparición del labio leporino es de uno de cada 950 nacimientos. Entre los nacidos mediante TRA, el incremento detectado asciende a uno de 425 bebés.

Se calcula que entre el 1% y el 4% de los bebés en los países desarrollados es concebido gracias a estas técnicas reproductivas, y su uso va en aumento a medida que crece el número de personas con problemas de fertilidad. Hace unos meses, investigadores noruegos informaban en la revista ‘The Lancet’ de que algunos problemas detectados en estos niños (bajo peso al nacer y partos prematuros) se deben a la infertilidad de los padres y no a las técnicas en sí mismas.

¿Dónde está el problema?

El informe de los CDC, publicado en la revista ‘Human Reproduction’, concluye que el incremento del riesgo observado se podría deber asimismo a este factor, aunque no descarta que sea secundario al procedimiento de reproducción. Los mecanismos que podrían mediar la aparición de estas malformaciones se desconocen con exactitud.

Juancho García Velasco, director del Instituto Valenciano de Infertilidad en Madrid, resta importancia a estos resultados. «No es un problema de la técnica sino de la población a la que se trata», asegura este especialista a elmundo.es. «Tiene que ver con los padres, su edad, un problema genético preexistente o la propia infertilidad», añade.

Una cuestión de más peso, que sí que preocupa en cierta medida a los especialistas en reproducción asistida, son las alteraciones epigenéticas (cambios en el ADN que no implican mutaciones y que afectan a la expresión de ciertos genes) en el embrión. Esta teoría, comprobada en modelos animales, «tuvo su eco hace dos o tres años, pero nadie demostró que no fuera algo casual», señala García Velasco. «Esto nos preocupa más que las malformaciones congénitas pero, no obstante, ocurre muy de vez en cuando», concluye.