La plena dedicación al bebé, con menos ayuda y menos visitas que en el hospital, puede dar lugar a que se descubran aparentes anomalías que no se apreciaron (o realmente no existían) al nacer, así como a que surjan nuevas dudas.

NUEVOS HALLAZGOS

Piel:

  • La mitad de los bebés nacen con alguna mancha en el cuerpo. Las más comunes son los angiomas planos, también conocidas como antojos, marcas de la cigüeña o besos del ángel, muy frecuentes en la raíz de la nariz, los párpados, la frente y la nuca. Son manchas planas de color rojo o salmón, formadas por capilares sanguíneos dilatados visibles a través de la piel, que se intensifican con el llanto y el calor.Desaparecen siempre antes del año y medio de vida, salvo un 5% de las de la nuca, que persisten toda la vida, pero quedan ocultas por el pelo.
  • El angioma fresa o tuberoso es otra malformación vascular relativamente común, que a diferencia del angioma plano, es abultado. No suele aparecer al nacer, sino a las pocas semanas y puede hacerlo en cualquier parte del cuerpo, aunque es más frecuente en el cuero cabelludo, en la espalda y en el pecho.Está formado por acúmulos de vasos sanguíneos y, durante los primeros seis meses de vida, suele aumentar de tamaño, a veces de forma muy rápida, para luego estabilizarse y acabar desapareciendo espontánea aunque lentamente, sin dejar apenas señal. A los nueve años, la piel se ha normalizado en el 95% de casos o, a lo sumo, queda alguna pequeña arruga o despigmentación.
  • Al nacer o poco después, en muchos bebés se observan en la parte baja de la espalda, en las nalgas o en los muslos, una o varias manchas azuladas o grises, de diferentes formas y tamaños, a veces enormes, muy similares a los morados que causa un golpe y que se llaman «nevus congénitos». También son conocidas como «manchas mongólicas», porque cuando se describieron por primera vez, se creyó que eran propias de la etnia mongol, aunque en realidad son muy corrientes entre negros y asiáticos, pero también en los niños hispanoamericanos y del sur de Europa, y en general, en poblaciones de piel oscura. En algunas culturas se creía que eran la señal de la patada que los espíritus superiores daban a las almas que no querían reencarnar, para forzarlas a volver a la tierra…Son debidas a la acumulación de células cargadas de pigmento y pueden persistir meses o años, pero con el paso del tiempo siempre se aclaran y normalmente desaparecen del todo antes de los diez años. Sólo son un mínimo problema estético y, desde luego, no tienen nada que ver con el síndrome de Down o mongolismo ni con ninguna enfermedad.
  • Al segundo o tercer día de vida, a casi la mitad de los recién nacidos les empiezan a brotar pequeñas manchas rojas, a veces con una zona central elevada como una ampollita blanca o amarilla, semejantes a picaduras. Se trata del llamado eritema tóxico o exantema toxo-alérgico. A pesar de lo frecuente que es -ya en la antigua Mesopotamia fue descrita-, su causa todavía no se conoce con certeza. Afecta principalmente el tronco y su principal característica es lo evanescente de las lesiones, que desaparecen de un lugar para aparecer en otro en pocas horas. A las dos semanas como máximo, el problema acaba sin necesidad de ningún tratamiento.
  • La persistencia de las hormonas que les han llegado durante el embarazo hacen que alrededor del 20% de los bebés tengan granitos en las mejillas y la frente, muy similares al acné de los adolescentes.Tampoco en los bebés deben reventarse, pues eso podría infectarlos. Desaparecen espontáneamente en el transcurso de los tres primeros meses, sin dejar ninguna señal.
  • La capa externa de la piel, que ha protegido el feto de la humedad del líquido amniótico, ya no es necesaria tras el nacimiento y se desprende a partir del segundo día, en un proceso conocido como descamación fisiológica, particularmente llamativa en piernas y pies, aunque puede observarse en cualquier parte del cuerpo.En los nacidos después de las 40 semanas de embarazo y en los de bajo peso, puede ser un proceso muy exagerado, pero sigue siendo un fenómeno normal que acaba antes de las dos semanas de vida.
  • Durante los primeros meses, es normal que en la piel aparezcan zonas veteadas, con aspecto de mármol y por eso llamadas «cutis marmorata», que corresponden a una distribución irregular de la sangre en esas áreas.Se observa en partes expuestas al frío, pero su presencia no indica que el bebé deba estar más abrigado.


Cabeza:

  • Generalmente a causa de un parto complicado o por la aplicación de fórceps, puede producirse una hemorragia en la superficie de un hueso del cráneo, habitualmente el parietal, llamada cefalohematoma y que se manifiesta por un bulto que va formándose en la cabeza del bebé horas después de su nacimiento.Por lo general, no requiere ningún tratamiento y la sangre tarda de dos semanas a tres meses en reabsorberse, pero debe ser valorado y controlado por el pediatra.
  • La evolución del tamaño de la fontanela puede poner al pediatra en la pista de una enfermedad, pero el hecho de que al nacer sea muy grande, si el tamaño de la cabeza es normal, no significa nada, salvo que probablemente va a tardar más tiempo en cerrarse.Una fontanela continuamente abombada podría indicar un exceso de presión en el interior del cráneo. En las deshidrataciones, sucede lo contrario y la fontanela se hunde. Pero ambas situaciones se acompañan de otros síntomas importantes. Es normal que la fontanela abulte, sobre todo, cuando lloran; y también que se la vea subir y bajar como si latiera, cuando están chupando con fuerza o se les tiene en brazos en posición vertical.
  • El conducto por donde las lágrimas desaguan en la nariz puede hallarse obstruido en algunos bebés, causando un excesivo lagrimeo al que pronto se añaden legañas e infecciones repetidas.Para solucionarlo, suele bastar con colirios antibióticos y masajes para recanalizar el conducto; pero mientras que este problema es benigno y poco urgente, cuando a un bebé, además de lagrimear, le molesta mucho la luz, debe ser valorado urgentemente por el especialista.
  • Las orejas despegadas (o de soplillo), tienen tendencia a hacerse más discretas a medida que el niño se va haciendo mayor. En todo caso, pueden corregirse a partir de los cinco años por medio de una sencilla operación. El clásico remedio casero de adherirlas con esparadrapo al cráneo no sirve para nada.
  • En la encía y en el paladar del recién nacido se observan con cierta frecuencia unos nódulos blanquecinos o amarillentos del tamaño de un grano de arroz, llamados nódulos de Bohn o perlas de Epstein, según se hallen en encías o paladar. Son pequeños quistes de queratina, que desaparecen antes de quince días.Una perla de Epstein puede confundirse ocasionalmente con un auténtico diente. Es algo muy raro pero posible, pues un bebé puede nacer ya con un diente o le puede crecer uno durante el primer mes de vida. Como en estos casos están mal anclados, deben ser extraídos para evitar que el bebé los trague.
  • Después de una toma, pueden quedar restos de leche en el interior de la boca del bebé, pero si están fuertemente adheridos y no se pueden desprender fácilmente pasando la yema del dedo, lo que ocurre es que tiene una infección de la mucosa bucal causada por un hongo llamado Cándida Albicans, conocida en muchos lugares como muguet, por el color blanco y el aspecto moteado que las flores de esa planta tienen.Aunque algunos niños no parecen tener molestias por su causa, puede dificultar su alimentación, por lo que deben ser tratados, habitualmente con un gel antifúngico y mojando el chupete (si lo usan) en agua bicarbonatada después de hervirlo. El pediatra comprobará también que el área del pañal se halle libre de signos de infección por cándidas, porque los hongos cultivan con mucha facilidad las zonas húmedas. Si está mamando, es recomendable que también la madre se ponga una pomada antifúngica en los pezones, que, con toda probabilidad, también estarán infectados.

Tronco:

  • No es muy raro que un bebé, niño o niña, tenga un pezón extra o supernumerario, que en la mayor parte de casos está atrofiado y no pasa de ser una pequeña mancha de color, situada unos centímetros por debajo del pezón normal.Son errores que la misma naturaleza se encarga de detener y nunca aumentan de tamaño, de modo que sólo se interviene por razones estéticas cuando ya de entrada están muy desarrollados.
  • Una fractura de clavícula, nada extraña en partos difíciles, puede pasar desapercibida en el hospital y descubrirse con el paso de los días, cuando se va formando y abultando el callo que va a soldar el hueso.En el recién nacido, curan sin precisar siquiera inmovilización y sólo hay que tener cuidado al manipularle el brazo del lado afectado, para evitar que le duela.
  • La punta del esternón (apéndice xifoides) es muy flexible en los recién nacidos, por lo que a menudo se observa como si fuera un bultito aislado por encima de la boca del estómago, algo más pequeño que un guisante; pero es algo totalmente normal.

Extremidades:

  • Al estar continuamente con las extremidades flexionadas, no suele apreciarse, pero todos los recién nacidos tienen las piernas arqueadas o en forma de paréntesis ( ).Se van corrigiendo con el paso del tiempo, hasta el punto de que, a partir de los dos años, su aspecto normal es exactamente el contrario (piernas en X).
  • Causado las más de las veces por la compresión que han sufrido durante el embarazo, el acabalgamiento de los dedos del pie desaparece con el tiempo.Cuando por el contrario se trata de un defecto hereditario, es persistente y, en ocasiones, hace necesaria la ayuda del ortopeda para impedir que roce con el calzado.
  • Debido a la postura en la que se hallaban en el útero, dos de cada cien bebés nacen con los pies o algún hueso en una posición poco normal. En el caso de los pies, hay defectos como el «metatarso varo» o el «pie zambo», que requieren tratamiento, en ocasiones incluso quirúrgico.Pero cuando es posible rectificar la desviación del pie llevándolo sin necesidad de forzarlo a la posición normal (por más que luego se vuelva a desviar), se corregirá espontáneamente, aunque en ocasiones se recomiendan ejercicios para acelerar este proceso.