La llamada ‘anestesia’ epidural es sólo uno más de los procedimientos analgésicos capaces de eliminar parte del sufrimiento derivado de los trabajos del parto. Se administra a través de un pequeño catéter que se coloca en la región baja de la espalda, en la zona lumbar, entre la cuarta y quinta vértebra. Antes de realizar la punción, se lava y se desinfecta la zona y se aplica un poco de anestesia local. Mediante una pequeña aguja guía se introduce el catéter y a través de este tubito se van suministrando los fármacos de la anestesia. En general, el efecto calmante suele tardar entre 10 y 20 minutos en aparecer y su acción es gradual porque tiene que ‘alcanzar’ a varios nervios. Si finalmente el parto se complica y es necesario recurrir a la cesárea, el anestesista suele emplear el mismo catéter de la epidural para administrar una concentración de anestésicos mayor.

La combinación de fármacos empleados en la epidural varía según cada especialista, pero generalmente se emplean sustancias de la familia de las caínas –bupivacaína, lidocaína, meperidina, procaína y morfina–. También se puede administrar epinefrina, que actúa como vasopresor o constrictor y prolonga la acción del anestésico sin muchos efectos secundarios.

Si no existen contraindicaciones graves (que la madre tenga la tensión baja, escoliosis o hernias discales graves, alteraciones de coagulación o alergia a los medicamentos), la epidural permite reducir considerablemente el dolor sin eliminar del todo la consciencia materna, de manera que ella pueda colaborar en el trabajo del parto y seguir las instrucciones de quienes la están atendiendo. En algunas ocasiones esta técnica puede provocar dolor de cabeza a la madre o un ligero malestar posterior, aunque esto se puede evitar manteniéndose completamente quieta en el momento del pinchazo. Antes de administrar la anestesia, la mujer es sometida a un riguroso análisis para descartar cualquier posible contraindicación. María Isabel Sánchez Perruca, jefa de estudios de una de las Unidades Docentes de Matronas que hay en España, explica que la generalización de la epidural ha obligado a las matronas a adaptarse a un nuevo tipo de asistencia en el parto, en el que la colaboración de la mujer es mucho menos activa que antaño. En esto coinciden los ginecólogo del Hospital de la Paz, «el escenario del parto ha cambiado mucho».

RIESGOS

El parto es un momento de riesgo porque se están produciendo numerosos cambios internos en el organismo del feto, y por ello se evita suministrar a la madre cualquier medicamento que pueda llegar de alguna manera al feto. Un bebé sedado tiene más dificultades de adaptación y esto puede provocarle algún problema. Aunque se suele recurrir a la dosis mínima, el uso de la epidural puede provocar alguna complicación: si se administra demasiado pronto y el parto se alarga, los fármacos suelen llegar a la placenta y el bebé nace un poco sedado. Además, la madre podría perder la capacidad de empujar llegado el momento del expulsivo y esto hace necesario recurrir al fórceps. Por el contrario, si se administra cuando el parto está ya avanzado, los efectos de la anestesia no se sienten hasta que ya han pasado los dolores más intensos.

Actualmente se aplica en el 80 % de los partos normales, aunque últimamente se han alzado algunas voces críticas contra esta ‘universalización’. El Ministerio de Sanidad anunció en 1998 la implantación progresiva de este recurso de manera que pudiese administrarse al cien por cien de las parturientas que lo solicitasen. Los seguros privados, por su parte, han explotado la epidural como reclamo para captar clientes y el porcentaje allí es mayor que en los centros públicos. Sin embargo, desde algunos sectores –matronas, ginecólogos y obstetras– se alerta de los riesgos de la generalización indiscriminada. Por el momento, no se ha demostrado que existan contraindicaciones claras, aunque la principal duda que persiste es si eleva la tasa de cesáreas o la necesidad de recurrir a un parto instrumental. Los estudios no establecen una relación clara entre ambos extremos, y de hecho los especialistas atribuyen el aumento del número de cesáreas a otra serie de factores. Alguna matrona asegura, con la experiencia que le da la atención a numerosos partos, que las mujeres no empujan igual con epidural que sin ella. «Si no siente la contracción, no percibe las ganas de empujar como una parturienta sin analgesia y, por tanto, resulta más difícil para ellas realizar los pujos», explica una de ellas. Mientras que algún ginecólogo asegura que este recurso es completamente beneficioso porque la mujer está más tranquila y todo discurre más relajadamente.

En este sentido, un estudio publicado de los Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) aseguraba que la epidural no aumenta en absoluto las probabilidades de requerir una cesárea. Sin embargo, no faltan quienes advierten de las complicaciones que puede provocar este procedimiento y un trabajo de similares características al anterior concluyó que la epidural prácticamente cuadriplica el riesgo de recurrir a la cesárea. Maribel Domínguez, matrona en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, asegura que esta técnica se ha mitificado, de manera que las madres no siempre valoran suficientemente los riesgos y beneficios, «a veces no está tan indicado, pero si la madre lo pide, en comunidades como Andalucía estamos obligados a administrársela», añade. Las madres deben firmar un consentimiento informado en el que se les informa de los posibles riesgos, que pueden ir desde un simple dolor de cabeza hasta una parada cardiorrespiratoria. «Aunque las complicaciones más graves no son muy frecuentes, es necesario que las mujeres conozcan todos los riesgos», apostilla.

En cualquier caso, en lo que sí coinciden los expertos, es en que ponerse o no una inyección epidural es una decisión muy personal que cada mujer debe tomar por sí misma, en función de sus propias necesidades. Para ello es fundamental darle todos los datos sobre cada una de las alternativas para que tome su decisión plenamente informada y conociendo los riesgos y beneficios de cada opción.