Normalmente un bebé nace entre las semanas 38 y 42 del embarazo, sin embargo, en aproximadamente 10% de casos el trabajo de parto comienza antes de la semana 37, lo que puede ocasionar graves problemas de salud al recién nacido por no estar del todo desarrollado. Pero hay buenas noticias, esta complicación puede prevenirse.

Es muy importante que la mujer encinta sepa reconocer las señales del parto prematuro o pretérmino, pues ello le permitirá acudir de manera temprana al ginecólogo para que el alumbramiento pueda ser detenido mediante reposo y administración de ciertos medicamentos, lo que le proporcionará grandes beneficios al bebé, ya que le brindará la oportunidad de crecer, madurar sus pulmones, ganar peso y desarrollarse adecuadamente antes de su nacimiento.

Ahora bien, los indicadores de amenaza de parto prematuro incluyen los siguientes síntomas:

  • Contracciones del útero o matriz cada 10 minutos o menos.
  • Goteo vaginal de un fluido transparente, a veces acompañado de sangre.
  • Presión en la pelvis, es decir, sensación de que el bebé está empujando hacia abajo.
  • Leve dolor en la parte baja de la espalda.
  • Cólicos similares a los de tipo menstrual.
  • Calambres abdominales, con o sin diarrea.

Cabe aclarar que a partir del sexto mes del embarazo es normal que se sientan las llamadas contracciones de Braxton-Hicks, durante las que el abdomen se torna tenso hasta llegar a un punto culminante, después del cual la tensión desaparece progresivamente. Estas contracciones duran entre 15 y 20 segundos y no son frecuentes, por lo no propician la dilatación del cuello uterino que da lugar al trabajo de parto.

Es importante tomar en cuenta que dentro de los partos prematuros se distinguen los siguientes tipos:
Iatrogénico. Es inducido por el ginecólogo cuando considera que el bienestar de madre e hijo será mayor; generalmente se recurre a este método si la progenitora padece hipertensión arterial, preeclampsia (elevación de la presión arterial, hinchazón corporal, expulsión de proteínas por vía urinaria y acumulación de líquidos), diabetes, problemas en la glándula tiroides, o bien, en caso que el bebé presente malformaciones o haya sufrimiento fetal (disminución del aporte de oxígeno al feto que puede ocasionarle a éste alteraciones irreparables en tejidos e, incluso, la muerte).

Idiopático o espontáneo. Se genera sin que exista un motivo evidente, aunque se sospecha que las infecciones vaginales pueden ocasionar el rompimiento del saco gestacional (bolsa en la que se encuentra el bebé rodeado de líquido) y propiciar trabajo de parto. Asimismo, esta situación puede presentarse si la mujer padece algún problema anatómico en el útero.

Riesgos

En general no existe una causa que dé lugar al parto prematuro, sino factores que lo predisponen, siendo los más frecuentes las infecciones en vías urinarias, vaginales y en cuello del útero, no obstante, también puede presentarse a causa de:

  • Anomalías en el útero que impidan que funcione adecuadamente.
  • Placenta previa, es decir, cuando dicha estructura se implanta en la abertura del cuello uterino.
  • Embarazo múltiple, pues cada bebé extra reduce dos semanas el periodo de gestación.
  • Tabaquismo.
  • Edad de la madre, especialmente cuando es menor de 18 años o mayor de 35.
  • Jornadas de trabajo que requieren gran actividad y esfuerzo físico.
  • Desnutrición.
  • Drogadicción.
  • Emociones fuertes y estrés.
  • Inasistencia a las consultas ginecobstétricas, especialmente cuando se tienen factores de riesgo.

¿Qué hacer?

Si antes de cumplir las 37 semanas de embarazo se presentan contracciones uterinas es necesario poner en práctica las siguientes medidas, pues en la mayoría de casos mejoran el estado de la madre:

  • Descansar recostada sobre el lado izquierdo para no comprimir los grandes vasos sanguíneos y mejorar la circulación.
  • Beber 1 ó 2 vasos con agua, ya que los fluidos pueden detener o espaciar las contracciones.
  • Palpar con la mano la parte baja del abdomen para verificar si la presión va acompañada de endurecimiento.

Si después de haber realizado lo anterior las contracciones siguen o se incrementan, es necesario acudir inmediatamente al ginecólogo, especialista que en estos casos realiza una revisión física, prescribe medicamentos para evitar que el parto se adelante y recomienda reposo absoluto.

Ahora bien, si el útero ha comenzado a dilatarse, las contracciones no se detienen y se percibe secreción vaginal líquida, no queda más remedio que hospitalizar a la madre y proceder al parto.
Aprenda a cuidarse durante el embarazo.

En muchos casos la mujer puede evitar que su bebé nazca antes de tiempo, para lo cual es fundamental que siga dieta balanceada, descanse lo suficiente, evite fumar y consumir bebidas alcohólicas y drogas, además de controlar el estrés y acudir a las revisiones con el ginecobstetra.

Cuando la embarazada presenta alguno de los factores de riesgo de parto prematuro, el especialista deberá instruirla para que reconozca los síntomas de manera temprana y reciba tratamiento específico. De igual manera, si la madre padece hipertensión arterial, diabetes o problemas en la glándula tiroides, el ginecobstetra, junto con el angiólogo (especialista en enfermedades que afectan la circulación sanguínea) y/o endocrinólogo (se encarga de los padecimientos en glándulas de secreción interna) la mantendrán bajo control.

Considere que el ginecobstetra es su mejor aliado, por ello no dude en llamarlo cada vez que tenga dudas e inquietudes, especialmente si nota algún síntoma extraño. De esta manera evitará que su bebé sufra complicaciones al nacer debido a su incompleto desarrollo y madurez.