¿Cómo llenar el carrito de la compra?, ¿qué hacer si comemos fuera de casa?, ¿qué rutinas de alimentación seguir?

Aunque algunos tienen aún la enorme fortuna de no haber agotado sus vacaciones de verano (incluso hay quienes prácticamente acaban de comenzarlas) lo cierto es que con la llegada de septiembre llega también la ‘vuelta a la realidad’ para la mayoría. Y dentro de ella, el momento para muchos de enfrentarse a la báscula tras todos esos placeres veraniegos (¡benditos placeres!) con forma de pescaíto frito, de helado, de aperitivo a pie de chiringuito… Si cree que ha llegado el momento de ‘ser formal’ con las comidas no pierda de vista estas recomendaciones. Lógicamente no son milagrosas pero, al menos, le ayudarán a ‘organizarse’ ante esa ingrata tarea que supone perder el peso ganado durante las vacaciones.

Una manzana a media mañana o a media tarde nos ayudará a llegar con menos hambre a las comidas principales.

Mejor optar por…

  • Repartir los alimentos en varias comidas ligeras (lo ideal son 5) en lugar de pocas y copiosas.
  • Cenar ligero (y temprano) y desayunar de forma más abundante y no al contrario: durante el sueño el organismo reduce su actividad al mínimo por lo que es más fácil que se acumulen las grasas.
  • Comer sentado e invirtiendo al menos media hora (y masticando bien despacio los alimentos) y no de pie o frente al ordenador en sólo 5 ó 10 minutos.
  • Beber bastante agua fuera de las comidas y no tanto durante ellas: por supuesto, no es cierto que el agua engorde durante las comidas pero si se toma en exceso la digestión será más pesada.
  • Serán mejor unos palitos de zanahoria o de apio en lugar de pan como acompañamiento para las distintas recetas.
  • Utilizar un envase con tapón de spray para el aceite en lugar de expenderlo directamente de la botella. Utilizará menos cantidad y rociará mejor los alimentos así como los fondos de las planchas y sartenes (éstas, mejor si son antiadherentes pues permiten cocinar con menos aceite).

No hay que abusar de los hidratos de carbono. Si los consumimos en forma de pan, arroz o pasta, mejor que éstos sean integrales. No porque sean menos calóricos sino porque aportan más fibra y sacian antes.

A la hora de hacer la compra…

  • Los condimentos: más especias y hierbas aromáticas y menos sal.
  • Los huevos: más claras y menos yemas. Éstas tienen más grasa, así que si por ejemplo va a hacer una tortilla de dos huevos, puede emplear las dos claras y una sola yema.
  • Los lácteos: más desnatados y menos productos enteros. El valor nutritivo es el mismo pero la cantidad de grasa es inferior.
  • Los encurtidos: más pepinillos y cebolletas y menos aceitunas.
  • El embutido: más jamón y pechuga de pavo y menos chorizo, salchichón o mortadela.
  • La fruta: más ‘a secas’ (en general se consume menos de lo recomendado) aunque, eso sí, cuidado con abusar de los plátanos, las brevas o las uvas (más calóricas).
  • Pan, pasta y arroz: más integrales y menos ‘ordinarios’. Contienen las mismas calorías pero los integrales tienen más fibra por lo que sacian antes y, además, ayudan a regular el tránsito intestinal.
  • Carnes: más carnes magras (pavo, pollo…) y menos rojas.

En el restaurante…

  • Mejor aliñarse uno mismo la ensalada.
  • Tomar como aperitivo un zumo (de tomate, por ejemplo) en lugar de pan con mantequilla.
  • Decantarse por un plato único y, si no, que el primero sea una ensalada.
  • Sustituir el postre por un café o una infusión (mejor con edulcorantes tipo sacarina). Además, ésta última ayudará a hacer la digestión y mitigará las ganas de seguir comiendo.
  • Optar siempre por preparaciones a la plancha, a la sal o en papillote y olvidarse de los fritos.