Los productos de cosmética han evolucionado mucho y sus consumidores también. Ya no se exigen sólo los mejores resultados para la piel, sino también respeto para el entorno.

Cada vez hay más información y, por tanto, más preocupación en la sociedad por los efectos del cambio climático. La naturaleza se encarga de demostrar, cada vez con más violencia, su ilimitada capacidad devastadora. Estas razones contribuyen a que el respeto al medio ambiente se imponga como uno de los principales valores del siglo XXI.

Los productos naturales incrementan su presencia en todos los ámbitos de nuestra vida: la alimentación, la moda, el ocio, los medios de comunicación… y ahora también en la cosmética.

El número de personas que buscan productos seguros, simples, pero certificados, aumenta progresivamente. Se trata de gente con valores fuertes, comprometidos con su cuidado personal y, al mismo tiempo, con el mundo que les rodea.

Ante las agresiones del medio ambiente, la piel actúa como membrana de protección. La barrera de seguridad que constituyen su manto ácido y la melanina es un sistema de defensa natural contra microorganismos y bacterias externas, a la vez que controla la pérdida de fluidos valiosos para el organismo. En definitiva, la piel forma parte del sistema inmunológico. Por eso es esencial cuidarla con buenos productos naturales que no alteren sus ciclos y ritmos vitales, manteniendo su equilibrio y atractivo natural.

Muchas de las alteraciones y afecciones habituales de la piel pueden ser corregidas mediante sencillos tratamientos naturales no agresivos.

Calidad asegurada

Existen distintos tipos de certificación para determinar si una empresa apuesta por el desarrollo sostenible y garantiza las cualidades de sus productos. Aunque muchas marcas hacen uso de estas propiedades para aumentar sus ventas, lo cierto es que un gran número no posee ningún certificado oficial. La certificación Cosmebio, por ejemplo, se basa en un listado de estrictas exigencias:

  • Todos los ingredientes deben ser naturales y provenir de la agricultura biológica.
  • Los procesos de transformación y fabricación deben ser no contaminantes.
  • Los productos deben haber obtenido la certificación de un organismo independiente (como Ecocert o Qualité France).