La pesadilla de muchas mujeres es sin duda la grasa, los michelines, las cartucheras, los muslos… Los adipocitos crecen y crecen en esas zonas del cuerpo femenino. Según un equipo de investigadores australianos, la culpa ala tiene el estrógeno, que atenúa la capacidad del organismo para quemar calorías después de comer, lo que se traduce en más grasa circulante y, por tanto, almacenada.

Las mujeres tienen entre un 6% y un 11% más de grasa corporal que los hombres. Durante años, los especialistas se han preguntado el porqué de este fenómeno, una paradoja si se tiene en cuenta que la ingesta diaria de calorías suele ser superior en los varones. Parecía evidente que detrás había un componente hormonal pero no se había descrito con exactitud.

«La pubertad femenina y los primeros meses de embarazo, dos momentos de aumento de los estrógenos- se pueden ver como etapas de preparación para la fertilidad, el desarrollo del feto o la lactancia».

La revisión realizada por este especialista, publicada en la revista ‘Obesity reviews’, sugiere que los estrógenos interfieren en la oxidación de ácidos grasos que tiene lugar en el hígado después de las comidas. Esto se traduce en más grasas circulantes que, al no ser destruidas, se acumulan, «lo que explicaría la mayor parte de la mayor cantidad de grasa que tienen las mujeres en comparación con los hombres», señala O’Sullivan.

No es que los esteroides sexuales estén detrás del origen de la obesidad; sino de que las mujeres, nos guste o no, cuentan con un sistema mucho más eficiente de almacenamiento de energía, en este caso a través de la grasa, que los hombres. Así, durante la pubertad, las chicas ganan una media de un 1 kilogramo de grasa al año mientras que los chicos sólo 200 gramos.

Y lo peor que ni el deporte es nuestra salvación. Aunque las mujeres quemamos más grasas durante el ejercicio, esos lípidos proceden la mayoría de los acumulados en los músculos y no de la grasa corporal. Y una vez finalizado el ejercicio, el organismo femenino conserva la energía y la oxidación de ácidos grasos disminuye notablemente, anulando en poco tiempo los efectos del deporte.