Patrones del sueño

Desde el nacimiento hasta los 4 meses

Dormir es vital para que tu bebé se relaje y también desempeña un papel fundamental en su desarrollo. La glándula pituitaria (en la base del cerebro) segrega la hormona del crecimiento durante el sueño. Durante los primeros meses de vida, el reloj interno de tu bebé se ajusta y se establecen sus patrones del sueño. A medida que va creciendo, necesitará dormir menos (pero recuerda que los niños son muy diferentes entre sí en esta etapa).

Durante las primeras semanas después del nacimiento, los bebés se despiertan para alimentarse y luego vuelven a dormirse. Hacia los dos meses, los bebés duermen 17 horas al día y, posteriormente, de 15 a 16 horas. Los bebés tienen ciclos de sueño cortos, de 50 a 70 minutos. Al principio están inquietos y luego se relajan hasta dormirse. Todavía no diferencian entre el día y la noche. A los dos meses, su patrón del sueño empieza a encontrar una estructura y los ciclos de sueño se alargan. Un bebé puede dormir hasta seis horas seguidas sin despertarse para comer. A partir de los tres meses, sus noches son más largas y se echan varias siestas durante el día.

De 5 a 12 meses

Hacia los cinco meses, los bebés duermen 15 horas diarias. Normalmente, el sueño se divide entre la noche y dos o tres siestas: por la mañana, al mediodía y por la tarde/noche. No obstante, no hay reglas y cada bebé adoptará su propio ritmo.

De 1 a 3 años

Algunas veces tu bebé no querrá ir a dormir porque no quiere separarse de tu lado. En esta época, tu bebé estará durmiendo de 13 a 15 horas diarias. Poco a poco, se echará sólo una siesta a mediodía.

Hora de acostarse

Tu bebé necesita sentirse cómodo y querido para disfrutar de una noche de sueño reparador. Para los bebés es difícil separarse de su mamá o papá por la noche. Abrazos, música, luz tenue y la misma rutina cada noche ayudarán a tu bebé a dormir. Los bebés “crepusculares”, los que se agitan cuando cae la noche, agradecerán un baño en ese momento. Estarán más tranquilos y relajados antes de ir a dormir. Para que sea eficaz, el ritual debe ser siempre idéntico. Así que evita mecerlo o dar un paseo con él, ya que podría acostumbrarse demasiado y exigir ese nivel de atención todas las noches antes de acostarse. Acostar a tu bebé es la oportunidad idónea para que se vuelva independiente. Necesita aprender a quedarse dormido solo. Una mantita, el pulgar o un chupete pueden desempeñar un papel reconfortante en la cama. A medida que va creciendo, es probable que tu bebé quiera hablarte de su día o pedirte que le leas un cuento. La hora de acostarse puede ser un momento mágico y especial.

Cuando el bebé se despierta por la noche

Existen varias razones por las que un bebé se despierta por la noche: dentición, un cambio en su dieta, miedo a quedarse solo… Estos eventos son tan importantes que pueden interrumpir el sueño de tu bebé. Puede ser que balbucee o solloce en mitad de la noche. Para asegurarte de que tu bebé no se dé cuenta de que puede llamar tu atención y conseguir abrazos mediante el simple hecho de sollozar, evita correr directamente a su habitación. Si sigue llorando, comprueba que esté bien, sin hacer mucho ruido y sin encender la luz. Consuélalo y procura que se vuelva a dormir. Evita llevar a tu bebé a tu cama, ya que se acostumbrará y las cosas serán más difíciles después. Acostar a tu bebé es un momento de separación; necesita tener la certeza de que estarás ahí al día siguiente, así que hazlo con mucho cariño y mimo.

Cuando el bebé crece

A medida que transcurre el tiempo, la hora de acostarse se puede interpretar como la hora en que se acaban los juegos. En algunos casos, puede que los padres tengan que pedir a su bebé que se calme, lo cual puede terminar en gritos y lágrimas algunas noches. Para evitar enfurruñamientos, enfados o lágrimas, la rutina nocturna debe desempeñar un papel primordial y establecer una hora de acostarse fija será aún más eficaz. Si se despierta, acuéstalo de nuevo, explicándole porqué, pero manteniéndote firme y evitando dejarte llevar por sus ruegos. Por lo general, los bebés sólo quieren retrasar la hora de acostarse, pero también pueden estar asustados por algo, lo cual deberás tratar de comprender para poder ayudarle a vencer ese miedo. Para evitar que tu bebé piense que ir a dormir equivale a un castigo, nunca grites “¡vete a dormir!”. El sueño puede convertirse en un momento agradable para tu hijo, un momento de soledad en el que podrá dejar volar su imaginación y explorar nuevas fantasías.